sábado, 4 de octubre de 2008

¿Qué cosas no?

Cosas que siempre nos pasan, cosas que uno al escucharlas piensa que nunca le ocurrirán. Sin embargo, cuando menos te lo esperas... ¡te pasa! Precisamente es en ese instante en el que te dices a ti mismo: "¡qué imbécil! ¿cómo me pudo pasar?" mientras ries y te avergüenzas, aunque sin miedo alguno pues generalmente sólo tú te has dado cuenta. Cosas, como dije, que siempre nos pasarán.

Quiero, pues, hacer presente aquello que me ocurrió sin haberme dado cuenta, a causa de lo despistado que puedo llegar a ser algunas veces.


*Tetera*

Era pues, en ese entonces, un niño de ocho o nueve años. Mis padres habían salido a alguna reunión del colegio de seguro, lo cierto es que no estaba con nadie más excepto por un amigo con el que estuvimos jugando Super Nintendo y viendo televisión. Después de horas, la noche se hacía presente. Le pregunté a David, mi amigo, si quería tomar lonche: alguna taza de leche con cocoa o de café para acompañar la bolsa de panes que aún estaba ahí desde la mañana. Él asintió, y entonces me dispuse a calentar agua en la tetera. Prendí la cocina, puse la tetera en la hornilla, luego me dirigí a la sala, donde estábamos viendo una película que no recuerdo más por una frase que decía "Coman caaarnee.." con una entonación muy propia de película cómica. Estuvimos entretenidos viendo tal película por un buen rato; fue como si no estuviésemos esperando nada. Derrepente, David me preguntó si el agua ya había calentado; en ese momento me acordé de la tetera. Fui corriendo a la cocina, prendí la luz, había pasado mucho tiempo, la tetera no sonaba ni había sonado. Entonces abrí la tapa de la tetera, David estaba bajo el marco de la puerta de la cocina. Vi el contenido de la tetera, ¡no había nada! ¡la tetera estaba vacía! Por un momento pensé que quizá el agua toda se había evaporado sin habernos dado cuenta ninguno de los dos; pero, al rato, me di conque en realidad lo que había pasado era que ¡nunca llené la tetera con agua! La había puesto a "calentar" estando vacía. Fue un momento en el que me sentí tan torpe, pero a la vez fue un momento tal que ni David ni yo nos dimos conque nos fuese a pasar alguna vez en la vida. Al final sí pudimos tomar lonche mientras recordábamos mi torpe hazaña y hacíamos memoria de algunas pasadas.


*Embarro*

Una noche oscura, junto a mis demás amigos de barrio, jugábamos a las escondidas. Vivía al frente de un gran parque, en ese entonces muy bien cuidado; era un espacio muy abierto para poder montar bicicleta, jugar futbol, entre muchas otras cosas más. Estábamos reunidos cerca de ocho o nueve personas jugando. Valía esconderse en cualquier parte del parque, aunque con ciertas restricciones. Del lado izquierdo, el límite era un pasaje; del derecho la casa de un amigo ya mayor; y hacia el frente el límite de bajada hacia la cancha de fulbito. Una vez puestas las reglas, que por supuesto eran las siempre las mismas, disponíamos de la típica regida yan-ken-po para ver quien iba a contar. Una vez ya pasado el tiempo, le tocó contar a un amigo, los demás y yo tendriamos que escondernos lo más rápido posible. Fue, pues, que decidimos unos cuantos escondernos en los arbustos del parque de la señora que vivía a cuatro casas de donde se contaba. Eramos cuatro los que estábamos en el parque, ya estábamos escondidos todos. Fue cuando decidimos cambiar de lugar y acercarnos para "salvarnos". Yo me quedé al final, los otros tres avanzaron primero; avance estando agachado, me apoyaba a veces de mis manos; avancé unos dos o tres metros quizás, y fue cuando decidí apoyarme sobre mi mano izquierda. Una sensación de asco, repulsión y repugnancia combinados en un solo momento: mi mano estaba enbarrada de heces de perro. Fue asqueroso tener que improvisar al pasto como medio para limpiar mi embarrada mano. Use desde pasto, hojas grandes y hasta tierra. ¿Me ampayaron? ¡sí! pero por suerte no fui el primero. Me dirigí a mi casa, me lavé muy bien las manos y después de un vaso con agua salí nuevamente. El juego aún continuaba.



Estas dos son unas de las incontables cosas que me pasaron. Publicaré en próximos escritos las demás en espera; no están precisamente en este escrito para no hacerlo muy extenso y para que no se preste al agotamiento visual con la pantalla de tu computadora. Por ahora lo dejaré aquí, pero, como dije, publicaré muchas más anecdotas graciosas y embarazosas de mi vida pasada, no me extrañaría que por ahí alguien se diga a sí mismo "esto también me ha pasado a mí" o cosas como "¡qué idiota!".



"Caminando por verdes parajes encontré a un vagabundo tirado, disfrutando del intenso calor"

Ü-mr

No hay comentarios: