En este momento el ambiente está propicio para la reflexión. Mis familiares en lo suyo, yo en mi mundo, enclaustrado entre las paredes de mi cuarto (o del que hasta hace poco se convirtió en mi cuarto, pues hace poco hice una "mudanza interna"). Bueno qué más da... siempre que tenga un espacio personal delimitado dentro de mi casa me sentiré tranquilo.
Mi madre y mi primo ayudan a mi pequeña hermana a construir una maqueta para la escuela; es sobre la contaminación ambiental y, claro, la tiene que presentar mañana lunes: la típica idea de hacer todo a última hora y como salga, sin tener conciencia de la autocrítica de por medio para poder hacer un trabajo "por lo menos" (entre comillas porque esto no debería ser así) presentable y a la altura del esfuerzo del autor. Claro, mi hermana no es una artista ni mucho menos tiene los dotes de una arquitecta, así mismo mi mamá; aunque debo admitir que ella me ayudaba en las tareas cuando era pequeño. Personalmente las veía carentes de lo que yo considero la escencia del trabajo de cada persona, pero por alguna razón que no pude entender sino hasta hace poco, aquellas tareas siempre eran bien recibidas (y calificadas) por mis profesores. Y es que para ese tipo de cosas se necesita de, primero, el querer hacerlas; y, segundo, las ganas exhaustivas de hacerlo, de lo contrario se llegará a lo que dije, un trabajo porque sí, sin escencia.
Mi tía cuida de mi abuela, quien ya está en una edad avanzada; pero, sin embargo, aún mantiene aquella tierna mirada que emitía cuando la veía cuidar de mí en mi niñez, mientras le pedía con algo de capricho un pan con mantequilla o cuando le pedía su vieja caja de cartón para poder guardar mis juguetes y pintarla también. Recuerdo mucho los momentos que pase con ella, fueron muy lindos. La comida que ella preparaba era incomparable, tenía su propia sazón, su propia "magia". A pesar de que, cuando era niño, era inquieto, travieso, ella me supo criar como el nieto que era. Mi mama trabajaba desde muy temprano, venía a almorzar y cuando terminaba de trabajar a eso de las 6pm. Mi papá, por su parte, generalmente no pasaba mucho tiempo conmigo pues salía de casa muy temprano, cuando yo aun ni siquiera me levantaba para ir al nido, y regresaba muy tarde, de madrugada, cuando yo ya descansaba. Pero claro que también salía con ellos de niño, con ellos y con mi hermano. Recuerdo que una vez mi papa llegó a casa, pues se había tomado un tiempo en el trabajo, y me dijo que me cambiara porque me iba a comprar un juguete nuevo: fue una sensasión muy admirable e indescriptible la que sentí en ese momento, me alegró mucho. Mi abuela ahora está muy anciana. !Hace poco me enteré de que tiene más de noventa años¡ Yo pensaba que tenía cerca de los ochenta. Quisiera poder decirle lo feliz que hizo mi niñez, lo seguro que me sentí con ella, con ella y con mi ya difunto abuelo. Ambos cuidaron de mí ahí cuando mis padres no estaban.
No voy a olvidar nunca aquel viejo edificio en Magdalena donde viviamos, el último piso específicamente. Aquella azotea por la cual se podía ver tanto el interminable horizonte del mar como de la Avenida Brasil. Ese edificio, ahora inexistente (pues lo demolieron para construir... ¡un grifo! ¡maldición!), seguirá siempre en pie, "construido", dentro de mí; construido no con bases de concreto, sino con bases de imágenes que llenaron mi vida de recuerdos que, a pesar del pasar de 14 años de mi vida, aún perduran dentro de mí tal cual imagen permanente e imborrable del cariño, ternura, y regocijo de quienes serían mi familia: mis padres, hermano y abuelos. Sería en vano escribir con más detalle lo que siento por los recuerdos de aquella época pues nunca nadie podrá entender nada de lo que uno escribe por falta absoluta de vivencia, es algo que siempre tengo presente.
El ambiente fuera de mi cuarto, como decía (pues al parecer quedé atraído por los recuerdos de mi pasada infancia), en este momento me es indiferente. En este preciso momento lo que más me importa es escribir, sintiéndome fuera de lo que generalmente las personas llaman "realidad". Me siento fuera de mí, en lo único que me centro ahora es en mi música, lo demás, lo que quede plasmado en algun lugar será solo producto de mi imaginación, producto de mi sentir actual. La música me sienta muy bien. La melodía tan emotiva del solo de guitarra es purificador, me llena de placer escucharla ¿Quieres saber qué tipo de música es? Gritos que para muchos pueden sonar disonantes e indescifrables, acordes distorsionados, solos de guitarras melódicos a ritmo muy apresurado, y una batería que marca tiempos muy acelerados con uso de doble pedalera extremadamente rápido, dan como resultado a que yo me sienta dentro de lo que siempre he querido sentir, dentro de lo que considero mi propio yo, dentro de mi propia realidad. Y es que, generalmente, para muchos (con excepción de los que sí le guardan un gran respecto y sienten algo similar a mí) el metal no tenga nada de especial. Para mí el metal contiene la escencia de la música, la escencia de la que hablaba antes; en fin, es mi opinión en base a mi sentir, en base a lo que significa para mí y no guiado de si tiene o no un mejor ritmo o mejor calidad que otro género, lo repetiré: MI OPINIÓN ESTÁ BASADA EN LO QUE EL METAL SIGNIFICA PARA MÍ.
Debo ser sincero, me siento muy mal anímicamente. Tengo ventanas de conversación ahí abajo, en la barra de inicio a la espera de una respuesta, pero no me siento con lo suficiente para retornar y seguir con la maldita rutina que a algunos nos persigue persistentemente. Odio la rutina, odio los convencionalismos, odio mi incapacidad para no poder hacer que las cosas salgan como quiero, y es precisamente porque uno lo puede todo siempre, y eso es (por lo menos) aceptable, aunque jodido.
No lo escribí antes: cuando hacía alusión a los recuerdos de mi anciana abuela llegué a un punto en el que la nostalgia de aquella época me invadió y tendió a querer concretizarse en un agente líquido que quería escabullirse por algunos pequeñísimos conductos. Sin embargo en ese momento sabía muy bien que eso no pasaría, ya las cirscunstancias me han enseñado lo suficiente como para no caer en el error de lamentarme por algún hecho pasado; a pesar de que sea muy fuerte, lo he sabido superar.
No escribiré más por ahora. Escribí cosas que quizá no debiste o no querías saber, pero total ¿a quién le importa? te olvidarás de lo que acabas de leer en menos de lo que imaginas y, además, ¿para qué quisieras recordarlo si no tendrá la misma carga simbólica que para mí?
Es este un escrito algo extenso; asi como no me gusta leer un artículo muy extenso (con excepción de los que sí son interesantes, cosa que este no lo es), tampoco me gusta escribirlos así. Te dejaré con esto por el momento. Cada escrito lleva parte de mí consigo, quizá no explícitamente, pero de lo que sí estoy seguro es que, por lo menos, implícitamente, sí lo está. No me interesa que entiendas las cosas que escribo, muchos no lo hacen y eso no me mortifica; al contrario, me hacen sentir mejor, me hacen sentir único.
"One for all... all for one... we are strong... we are ONE!"
Ü-mr
domingo, 26 de octubre de 2008
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