domingo, 21 de junio de 2009

(escrito interminable)

Hace poco, mientras iba caminando por algunas calles cerca de mi casa sin nada en la mente, recordé una pequeña anécdota en la que, por falta de un uso adecuado de las palabras necesarias, un compañero no pudo expresar eficientemente un suceso, según él, gracioso. Mientras lo relataba, imponía en los oyentes una carcajada que solo él realizaba. No pudo, entonces, lograr su objetivo, por el simple hecho de enredarse él mismo en su propio escaso vocabulario.

Recordé también que ocasionalmente le suele pasar ese tipo de cosas a cualquiera: ya sea por la misma acción de la risa de cada uno o por alguna otra cosa. A no ser que haya alguna persona que cuente un suceso de manera objetiva (que de por sí ya se estaría hablando de algo casi utópico), nada ni nadie puede realizar ese tipo de relato sino de manera subjetiva y solo aproximada, desde la perspectiva propia. De repente, hice una pausa en mi caminar y me di conque las palabras son limitadoras y parametrizadoras de la interpretación sobre una acción.


¡Librémonos de las palabras!


Es más propio de aquellas personas libres el escindirse del lenguaje y del pensamiento... ¡Aquellas que se valen de su propia praxis para poder expresarse!



"..."


Ü-mr

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